Mariana Costa, referente peruano de mujeres programadoras

Por Boris Leonardo Caro

Mariana Costa  cree que los servicios de desarrollo web ofrecen una gran oportunidad a las jóvenes peruanas. En Perú las mujeres representan apenas el siete por ciento de los profesionales en el sector tecnológico.

Ellas son mayoría entre los jóvenes que no estudian ni trabajan, indica Mariana Costa. Ella  desconocía la magnitud de ese desbalance hasta que creó la compañía Ayu en 2013 y quiso contratar programadoras para su equipo. No encontró candidatas.

Dos años después de aquel descubrimiento conversamos por Skype sobre su proyecto Laboratoria. Acordamos la cita para las 2:00 p.m. de Lima. Llegó a la hora fijada, con puntualidad inglesa. Costa estudió tres años en la London School of Economics. Luego hizo una maestría en la School of International and Public Affairs de la Universidad de Columbia, en Nueva York York. Algunas palabras en inglés salpican aún sus frases, articuladas en un español que irradia pasión y revela la inteligencia de esta emprendedora peruana.

¿Por qué una persona educada en el Reino Unido y Estados Unidos se interesa por las jóvenes de sectores pobres?, le pregunté. Costa no oculta que ha tenido el privilegio de estudiar en el exterior y disfrutar de otras oportunidades. Sin embargo, ha asumido la responsabilidad de «trabajar por un país más justo, por una sociedad donde haya más preocupación por el otro.»

De ese compromiso personal nació la pregunta que dio origen a Laboratoria: «¿Qué pasa si hacemos un experimento para que el campo de la tecnología sea una fuente de oportunidades para jóvenes mujeres que son quienes más las necesitan?». Para Costa la ausencia de muchachas programadoras no se explicaba por la falta de capacidad intelectual, sino por el acceso limitado a esa área del conocimiento.

Seis meses y una vida

Laboratoria ofrece una formación de seis meses, durante los cuales las alumnas aprenden lenguajes de programación como HTML5, CSS3, JavaScript y sistemas de gestión de contenido en la web. Además, reciben entrenamiento para insertarse como emprendedoras en el mercado de los productos digitales.

Según Costa, las elegidas deben demostrar madurez emocional y ambición. Si superan varios exámenes psicométricos y evaluaciones en dinámicas de grupo, inician las clases, cuyo contenido trasciende las materias técnicas. Además de programadoras, estas chicas se convertirán en líderes en sus comunidades y en las empresas del sector tecnológico en el Perú.

Pero antes de escribir la primera línea de código, las candidatas y Laboratoria enfrentan el muro de prejuicios en torno a esta formación no convencional. En la nación suramericana muchas familias prefieren que sus hijos obtengan un título en cualquier instituto, incluso si después ese diploma les sirve de poco en el mercado laboral. Para las futuras coders, residentes en los barrios humildes de Lima, aspirar a una carrera de ciencias de la computación parece, más que sueño, delirio.

No obstante, asegura Costa, siempre se impone el agradecimiento cuando las familias observan el cambio en sus hijas. Aunque no comprendan una palabra del idioma de la programación, entienden que esos caracteres en la pantalla del ordenador prometen el fin de la precariedad.

mujeres-programadora-laboratoriaGrupo de mujeres en plena labor de programación
Romper los códigos machistas

La fundadora de Laboratoria no quiere colgar la etiqueta de «feminista» al proyecto, si bien se ha empeñado en equilibrar la proporción de hombres y mujeres en el campo de la tecnología. Ella cree en el poder de la diversidad y la inclusión como motores de ese sector en su país. Pero, ¿qué sucederá cuando estas programadoras arriben a las empresas peruanas, dominadas por una jerarquía machista?

Tal vez el gran cambio tarde en llegar. En Estados Unidos, donde mujeres y hombres tienen idéntico acceso a los estudios universitarios (al menos en teoría), solo el dos por ciento de las mujeres posee un diploma en el sector de la alta tecnología. Menos del seis por ciento de la fuerza laboral femenina ocupa un puesto en la industria informática.

En los últimos años, varios estudios han revelado el alcance de la discriminación, desde las universidades hasta las empresas estadounidenses. La cultura machista se expresa en episodios de violencia sexual, sexismo y rechazo mal disimulado a la entrada de mujeres en una cultura casi exclusiva de hombres blancos y asiáticos.

Laboratoria se ha inspirado en experiencias norteamericanas como «Girls Who Code». El movimiento de mujeres programadoras, tanto en Perú como en Estados Unidos, deberá recorrer un largo camino antes de alcanzar la paridad. Una tarea enorme, pero realizable, sobre todo cuando las líneas de código del futuro están escritas por una mujer.

Fuente:
https://es-us.noticias.yahoo.com

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