Desde muy joven comenzó a dedicarse a la educación, cuando en 1884 se graduó de Maestro Normal junto al primer grupo que egreso de la Escuela Normal de Hostos, y con apenas 18 años de edad ya tenía experiencias importantes en esa profesión a la que habría de dedicar casi toda su vida luego, exiliado en Caracas por su oposición al lilisismo, continuó allí enseñando hasta que regresó a Santo Domingo.
Ya estando aquí tuvo que hacerle frente al mayor reto de su vida pública: sustituir a su maestro en la dirección de la Escuela Normal. Desde la dirección de la Escuela Normal, y más tarde como súper intendente general de enseñanza, Félix Evaristo Mejía tuvo la oportunidad de contribuir con sus ideas y energías inagotables al progreso de la cultura nacional, durante el período caracterizad por la violencia, la incertidumbre y la creciente agresión política y económica de los Estados Unidos de Norteamérica a nuestro país.
La organización escolar de la época y su relativa expansión se debieron en gran parte a su actividad con la orientación laica y positivista de tipo hostosiano que le habían dado su ilustre predecesor y maestro. A esos esfuerzos se debe la incorporación de importantes núcleos humanos de todo el país a la vida civilizada, los que habrían de acrecentar el bajísimo nivel académico en que nos debatíamos como pueblo.
Asimismo, muchos de sus trabajos publicados, fundamentalmente en los campos de la Historia y de las letras, así como su propia actividad como organizador y propietario de la primera librería Dominicana, la Librería Selecta, respondieron sobre todo a su deseo de llenar sentidas necesidades bibliográficas como medio de contribuir a la formación intelectual y moral de la juventud dominicana.
Como educador trató de integrar los conocimientos adquiridos bajo las directrices de Hostos, los que obtuvo más tarde en Venezuela y en viajes de observación que realizara a Puerto Rico, Estados Unidos y Europa.
Nos legó numerosos escritos, muchos de ellos todavía inéditos y otros que aparecieron en periódicos y revistas de la época, entre los cuales sobresalen los Pedagogía, Filosofía, Política e Historia.
Murió en Santo Domingo el 1 de julio de 1945. Fue el padre del también escritor dominicano Gustavo Mejía Ricart.