Hoy 27 de febrero de 2023, conmemoramos el 139 aniversario de la llegada de los restos de Duarte a la República Dominicana y en siguiente material narramos algunos acontecimientos ocurridos luego de la proclamación de la independencia, y algunas de las vicisitudes que atravesó Nuestro patricio Juan Pablo Duarte hasta su fallecimiento y posterior traslado de sus restos inmortales a República Dominicana.
Al momento de la proclamación de la independencia de la República Dominicana, Juan Pablo Duarte se encontraba en Curazao, producto del exilio al que fue sometido por el gobierno de Charles Herard. El 15 de marzo de 1844 Duarte regresa al país cargado con las armas que había comprado en Curazao con el dinero de su propia familia y siendo recibido apoteósicamente como Padre de la Patria. De inmediato, fue designado general del ejército y vocal de la Junta Central Gubernativa, organismo que gobernaba la naciente república. Este organismo estaba encabezado por Tomas Bobadilla, quien más adelante sufriría un golpe de estado perpetrado por un grupo de patriotas encabezados por Francisco del Rosario Sanchez y Ramón Matías Mella. Tomas Bobadilla fue destituido y los miembros afrancesados de la junta central fueron sustituidos debido a sus ideales de convertir la recién nacida república en un protectorado de Francia.
Siendo Francisco del Rosario Sanchez presidente de la nueva Junta Central Gubernativa, este envió a Duarte y a Mella a la región norte a conseguir apoyo. Durante este viaje el ejército del Norte Nombró a Duarte como presidente de la república y a pesar de que Duarte no acepto, el General Pedro Santana Protestó, y apoyándose en el ejercito del Sur marchó hacia la ciudad de Santo Domingo, disolviendo la Junta Central dirigida por Francisco del Rosario Sanchez, y declarando tanto a este como a Duarte y a Mella enemigos de la patria. Finalmente, Los acusados fueron enviados al exilio en Hamburgo. Tras una breve estancia allí, Duarte se trasladó a Venezuela donde se reunió con su familia que hundidos en la miseria también habían sido exiliados por Pedro Santana.
En 1861 debido a problemas económicos heredados de los gobiernos pasados, el desorden interno y el temor a una nueva invasión haitiana, el entonces presidente Pedro Santana reincorpora la República a España. Al Año siguiente (1862) Juan Pablo Duarte quien había estado fuera de la vida pública, reaparece para organizar junto a su hermano Vicente Celestino una pequeña expedición. El 24 de marzo de 1864 Duarte regresa a la provincia de Santo Domingo para ponerse a las órdenes del gobierno de Santiago de los Caballeros. Este gobierno decidió nombrarlo su representante en el exterior con la misión de obtener apoyo de Venezuela y los demás países en la lucha militar contra la guerra civil.
El 7 de junio de 1864, Duarte fue enviado como cónsul al exterior con el objetivo de recolectar fondos para la causa separatista. Esta misión terminó por convertirse en otra especie de exilio, aunque no se puede afirmar que esa fuera la intención del gobierno de Santiago de los Caballeros.
A Duarte le ofrecieron una pensión honorífica que no se cumplió y se quedó a vivir en Venezuela, donde fue bien recibido junto a su familia, subsistiendo de ingresos provenientes de una fábrica de velas. Duarte se quedó a vivir con su familia en la ciudad de Caracas hasta su fallecimiento el 15 de julio de 1876.
El 24 de febrero de 1884, ocho años después de su muerte, el Gobierno Dominicano del dictador Ulises Heureaux, dispuso el traslado de los restos de Juan Pablo Duarte a la patria.
Sus hermanas se sintieron felices, con esta decisión la cual hiso a los “magistrados dominicanos abrir el libro de los inmortales para escribir en sus páginas la gloriosa apoteosis de uno de sus más preclaros hijos”.
Para esta tarea se nombró una comisión que se trasladó a Caracas en una goleta llamada la Leonora, cual tenía la encomienda de conducir los retos de Duarte al país.
Extraídos los restos del cementerio de Tierra de Jugo, se colocaron en una urna, y en la iglesia de Santa Rosalía se celebró un servicio fúnebre en memoria de Duarte. La comisión dominicana presidió el duelo y al acto religioso asistieron diversas autoridades venezolanas.
Al llegar los restos a Santo Domingo, el Ayuntamiento en pleno se trasladó al muelle del Ozama, donde los recibió de manos de la comisión que los trajo de Caracas.
Las cosas han cambiado. Duarte se ha hecho inmortal. El pueblo lo ha reconocido como Padre de la Patria y le rinde homenaje a sus restos, que fueron depositados en la Comandancia del Puerto, donde fueron custodiados por una guardia de honor.
Después de permanecer allí cierto tiempo fueron solemnemente conducidos hasta La Catedral donde fueron colocados en la nave principal, y en ella, el entonces presbítero, Femando Arturo de Mariño, el mejor orador de la época pronunció un bellísimo discurso en el que expresó el deseo de que en La Patria y Dios Duarte descansara en paz.
El Rio Ozama fue testigo de muchos episodios en la vida de Duarte. De niño lo vio correr por sus orillas. Siendo adolescente, lo vio conversar con los marinos sobre la vida y costumbre de otros pueblos. Mas tarde lo vio embarcarse rumbo a Europa con la ambición de prepararse académicamente y ayudar a su padre en los negocios. El rio Ozama también vio a Duarte regresar con grandes ideales y deseos de libertar su nación, y en su lucha por cumplir esos ideales también lo vio huir tras la persecución a la que en varias ocasiones fue sometido. Desde el exilio Duarte fue testigo de la materialización de uno de sus más grandes sueños: la proclamación de la independencia de la República Dominicana. Y aunque regreso y pudo servir a su patria, al final, quizás sin la intención, fue prácticamente desterrado. Enviado como cónsul al exterior, misión que culminó con Duarte asilado en Venezuela junto a su familia hasta el día de su fallecimiento el 15 de julio de 1876.