Intervención Norteamericana de 1965.

Después de un período de inestabilidad política tras el asesinato del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo en 1961, el candidato Juan Bosch, fundador del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), fue elegido presidente en diciembre de 1962 y posesionado en febrero de 1963.

Un grupo de militares conservadores junto a la poderosa élite de la oligarquía dominicana y la jerarquía católica, descontentos con las medidas tomadas por el nuevo gobierno de Bosch, ejecutaron el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. Posteriormente, el poder fue entregado a un triunvirato civil. Los nuevos líderes rápidamente abolieron la nueva constitución, llamada del 63. Los dos años siguientes estuvieron marcados por una fuerte inestabilidad política con numerosas huelgas y conflictos.

Donald Reid Cabral, quien el 23 de diciembre de 1963 llegó a ser cabeza de la junta, fue impopular para la mayoría de los oficiales de alto rango en el ejército, por su intento de recortar sus privilegios. Reid sospechó que algunos o todos de estos oficiales tratarían de derrocarlo en la primavera de 1965. Con la esperanza de evitar un golpe de Estado, el 24 de abril de 1965, envió a su jefe de Estado mayor, general Marcos Rivera, para cancelar a cuatro oficiales considerados como conspiradores. Estos no se rindieron, sino que tomaron un campamento militar al noroeste de Santo Domingo y capturaron a Rivera.

Inmediatamente, el Partido Revolucionario Dominicano y el Movimiento Revolucionario 14 de junio pusieron un gran número de civiles armados en las calles, dando lugar a la creación de los primeros escuadrones armados de los rebeldes, que fueron conocidos en términos generales como «Comandos». Estos fueron, a veces, bandas de adolescentes bien armadas. El Movimiento Popular Dominicano distribuyó cócteles molotov a las multitudes y los militares rebeldes establecieron posiciones defensivas en el Puente Duarte.

Los rebeldes pro-Bosch, conocidos como «constitucionalistas» por abogar por la restauración del presidente Bosch y la restauración de la constitución del 63, salieron a las calles, apoderándose rápidamente del Palacio Nacional y de los medios de comunicación del gobierno en la capital. Los militares leales a la junta de Donald Reid Cabral y los opositores a los constitucionalistas adoptaron el apodo de «leales».

El enfrentamiento entre los constitucionalistas y los leales llevó a que Donald Reid Cabral, solicitara la intervención militar del Gobierno de los Estados Unidos para lograr derrotar a los partidarios de la Constitución de 1963, de corte liberal democrático.

De esa forma, el 28 de abril de 1965 llegó a Santo Domingo la Fuerza Interamericana de Paz, cuerpo armado formado por militares de diferentes países miembros de la OEA (Organización de Estados Americanos, cooptada por Estados Unidos), pero que en su mayoría eran estadounidenses. Los marines fueron enfrentados por los constitucionalistas desde su entrada a la ciudad de Santo Domingo.

Las tropas interventoras dividieron la ciudad de Santo Domingo en dos zonas, logrando aislar a los constitucionalistas e impidiendo que su movimiento se expandiera. Instalaron un Gobierno paralelo al que encabezaba el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, que fue denominado Gobierno de Reconstrucción Nacional, recayendo en Antonio Imbert Barreras la designación de su presidente.

El 1 de mayo de 1965 la X Reunión de Consulta de ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA) se instaló en Washington. Luego de una larga discusión, se aprobó la conversión de las fuerzas norteamericanas de invasión a República Dominicana, en fuerzas interamericanas. A pesar de la activa posición que había asumido el gobierno de Raúl Leoni en contra de la intervención estadounidense, la posición de la delegación venezolana en la Reunión se limitó a la abstención. La OEA respaldó la acción norteamericana a la República Dominicana.

Con la mediación de la OEA y bajo la conducción del Gobierno de los Estados Unidos se alcanzó una salida negociada al conflicto. Los constitucionalistas fueron desarmados, perseguidos y exiliados y los marines crearon las condiciones para convocar a unas elecciones bajo su control, a fin de colocar en el poder un presidente que respondiera directamente a sus intereses políticos y económicos.

En dichas elecciones participaron dos candidatos: Juan Bosch, del PRD, y Joaquín Balaguer, del Partido Reformista. Los marines simpatizaban con Balaguer, quien había ocupado diversos cargos en la Era de Trujillo. La inseguridad política no le permitió a Bosch realizar su campaña electoral, por lo que, en las elecciones de 1966, resultó ganador Joaquín Balaguer. Con el ascenso del nuevo presidente al poder, se produjo el retiro de los marines del territorio nacional.

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