Por Claudia Romagnoli, Psicóloga
La disciplina es parte de la vida familiar, y es importante que vaya evolucionando junto con el desarrollo de los hijos. Es por esto que la disciplina para un niño pequeño no puede ser la misma que para un joven y, aunque los valores que existan detrás sean los mismos, la forma de la disciplina debe variar.
Si bien cuando los hijos entran a la edad juvenil, es importante que tengan mayor independencia y autonomía, aún necesitan ciertos límites por diversas razones.
Razones por las que es importante la disciplina familiar con los jóvenes
La edad juvenil es un período muchas veces difícil, con muchos cambios físicos y psicológicos que los hacen sentirse inseguros, inestables, necesitados del apoyo de sus amigos y también de sus padres. Pasarán por momentos de gran euforia y excitación pero también tendrán momentos de tristeza y desilusión en que necesitarán la orientación de sus padres. Los límites que se les ponen son percibidos por ellos como una forma de preocupación de sus padres. Si bien tienden a rebelarse ante ellos, sienten que hay alguien que los quiere, que se preocupa, sintiéndose así protegidos y seguros.
Aunque los jóvenes tienen mayor capacidad que los niños para anticipar consecuencias o para distinguir qué es bueno de lo que no lo es, aún están en una etapa de formación; aún no son adultos. Muchas veces se enfrentan a decisiones que no están preparados para tomar por sí mismos, en especial por estar viviendo un período en que se abren al mundo y a nuevas experiencias. A veces la presión social o del grupo los puede llevar a situaciones conflictivas que no saben cómo resolver. En estas circunstancias es cuando tener límites externos (puestos por otra persona, por sus padres por ejemplo) es un recurso muy importante para saber enfrentarlas.
El joven necesita del apoyo y guía de sus padres para ir desarrollando una actitud crítica, autónoma frente a las influencias externas; necesita apoyo para fortalecer su naciente capacidad de razonamiento más compleja; para aprender a tomar decisiones en base a su propia opinión, considerando las consecuencias de ellas.
Grados de control parental y consecuencias para el desarrollo de los hijos
Existe una relación entre el grado de control del padre o madre dirigido hacia el joven, y las respuestas y el desarrollo que éste alcanza en relación a las dimensiones de autonomía, autocontrol y responsabilidad personal.
A continuación podrán conocer cuáles son las consecuencias de ejercer un control demasiado alto, no ejercer control alguno, y ejercer un control equilibrado.
Padres con un control alto
Sucede cuando el padre toma todas las decisiones, exige obediencia a su autoridad sin permitir el desacuerdo. Las sugerencias de los hijos no son consultadas ni consideradas: “Se hace como yo digo, porque yo soy quien manda aquí”, dice este tipo de padre.
En este caso el joven no aprenderá a tomar decisiones por sí mismo o a tomar responsabilidades, porque no ha tenido la oportunidad de hacerlo. La relación padre-hijo carece de calidez o mutuo soporte. Si el joven obedece, lo hará por miedo al castigo en vez de por propio interés. Difícilmente desarrollará confianza en sí mismo y tenderá a ser dependiente de otros que lo guíen.
Padres con ausencia de control
Este tipo de padres prefiere evitar el conflicto y preservar la paz, no importando el costo. No existen reglas claras sobre el comportamiento familiar. La toma de decisiones es “inconsciente”; se amenaza con castigos, pero luego se los pasa por alto para evitar conflictos. No se ofrece dirección real al joven.
El joven aprende cómo controlar y manipular a otros; va desconsiderando los sentimientos de los demás. Tendrá problemas constantes con la autoridad y una baja tolerancia frente a las reglas. No aprenderá a tomar decisiones a través de su pensar racional, en cambio aprenderá a responder impulsivamente.
Padres que ejercen un control equilibrado con independencia
Este tipo de padres intentarán ayudar al joven a ser independiente, a confiar en sus capacidades y a que utilice sus ideas para resolver los problemas. Aquí la comunicación es bidireccional: ambos, padre e hijo, dan y reciben opiniones, escuchándose mutuamente. La responsabilidad de los padres es considerar las distintas alternativas de acción y sus consecuencias, permitiendo que el joven tome decisiones en base a esta información. Así el joven puede aprender a partir de las consecuencias de sus acciones. El desacuerdo no es evitado, pero la satisfacción y el acuerdo mutuo son la meta.
Con este tipo de control el joven aprende a tomar decisiones usando su propio razonamiento y la información entregada por otros. Confía en su raciocinio y, al mismo tiempo, aprende a considerar los derechos, sentimientos e ideas de los demás.
A nadie le enseñaron a ser padre, y todos hemos aprendido de nuestras propias experiencias personales. Lo importante ahora, es reflexionar acerca de cómo lo estamos haciendo, si estamos ajustando los grados de control según la edad de nuestros hijos, si estamos basando nuestra autoridad y disciplina familiar en el amor, y si estamos creando en familia un sistema de reglas que nos ayuden a todos sentirnos seguros, protegidos y a gusto. A convivir, a respetar y a ser felices se aprende en familia, nunca es tarde para mejorar.
Fuente:
http://www.educarchile.cl/
BUENO…… LO ENTENDI POCO PERO NOTE QUE NECESITO HABLAR CON ALGUN ADULTO SOBRE TODO EN VERDAD NESECITO QUE ALGUIEN ME AYUDEN
LO QUE PIENSO ME DA PENA HABLAR CON ALGUIEN SOBRE LO QUE SIENTO NO SOY MUY ABIERTA CON MI MAMA
jajajjajaajaja
NO TE RIAS AL MENOS SI LO ENTENDISTE O LEISTE POR DIOS LEE LO QUE ESCRIBI , A SU PUTA MADRE JAJAJAJJA
si mi capitana
WOW SIDNEY QUE PROFUNDO ,ME SIENTO ENCERADA ALMENOS SI ALGUIEN LEE ESTO VERA LO QUE PIENSO E ESCRITO COSAS OSCURAS ALEGRES TRISTES BUENO NO IMPORTA