General Santiago Rodríguez, destacado promotor de la Restauración

Además de dedicarse al comercio fue Comandante de Armas de Sabaneta y ascendido a General de Brigada durante los seis años de gobierno de Báez, al que “defendió con las armas” por lo que ha merecido el juicio crítico de la posteridad. “El amor a la patria y la preocupación por la integridad de ella, no pueden estar circunscritos a motivos de carácter regional y, muchos menos, de sosiego y bienestar personal”, considera el historiador Rufino Martínez.

Enfermo, Rodríguez se retiró a la atención de sus bienes. Murió en Sabaneta el veintinueve de mayo de 1879. El siete de noviembre de 1893 el Poder Ejecutivo autorizó a su hijo, el general Epifanio Rodríguez, a exhumar los restos de su padre y colocarlos en la iglesia Parroquial de aquella común.

Con motivo de su fallecimiento escribió El Eco de la Opinión: “Acaba de morir en Sabaneta uno de los hombres para quienes la historia tiene que reservar una página de gloria: el general Santiago Rodríguez, compañero de los denodados adalides que en el Capotillo se sublevaron contra la dominación española y que hizo sacrificios enormes por el triunfo de aquella causa inmortal”.

“El nombre de este héroe, agrega, yacía casi olvidado. Su modestia era igual a su valor. Ninguna recompensa pidió ni obtuvo nunca. Sólo el patriotismo, ese patriotismo tan raro de nuestros tiempos, encendió en aquella alma el fuego sagrado que comunicaba en los días de prueba a las insignificantes legiones de los vencidos de Iberia”.

Restaurador e Independentista

No sólo fue el esclarecido y benemérito prócer de la Independencia y de la Restauración. Se le atribuye haber sido uno de los hijos más prestantes de Sabaneta, la villa que fundó y en la que ganó tan arraigado prestigio que logró conquistar a las más influyentes figuras del Norte y el Noroeste de la República para que se le unieran en el movimiento que debía estallar el 27 de Febrero de 1863 simultáneamente en Puerto Plata, Moca, La Vega, San Francisco de Macorís, Santiago, San José de las Matas y poblaciones de la Línea Noroeste.

Atacado por muchos estudiosos del acontecer que consideran que opacó la imagen de sus glorias y valor en el campo de batalla, cuando se adhirió al baecismo que defendió con las armas, hay quienes consideran, sin embargo, que el general Santiago Rodríguez fue el supremo iniciador de la revolución libertadora, contradiciendo, incluso, a quienes reservan el mérito al general Gregorio Luperón.

Pedro María Archambault, uno de los más entusiastas biógrafos del eminente alcalde de Sabaneta, después de explicar la supuesta conducta reprochable del militar puertoplateño, apunta: “Gregorio Luperón no era siquiera conocido. Son auténticamente falsas las aseveraciones que él se atribuye de principal iniciador de la Restauración en el primer tomo de su libro “Notas Autobiográficas”, que es un portento de invenciones para darse a sí mismo una importancia que no tuvo sino en parte y al final de la campaña restauradora”.

Lo que nadie pone dudas es la preparación y el arrojo del incansable insurrecto y conspirador por la libertad que fue Rodríguez quien, el dieciséis de agosto de 1863 compartió con José Cabrera y Benito Monción la hazaña de promover el inicio de la Revolución emancipadora desde el célebre Cerro de Capotillo.

Una calle pequeña, cargada de leyendas y tradiciones rinde homenaje de recordación al valiente soldado cuyo lugar de nacimiento aun está pendiente de establecer.

“VIRTUDES DE PATRICIO”

“Tenía la preparación necesaria por su edad, sus condiciones sociales, su regular instrucción, sus virtudes de patricio y su grado de coronel de la Independencia” para iniciar la gesta contra la anexión a España, afirma Archambault. Significa que Santiago Rodríguez había comenzado su carrera en el movimiento de La Reforma, que le valió el grado de Oficial. Y de esa etapa preparatoria de la independencia “resultó el prócer que estuvo siempre en estrechas relaciones con la Junta Gubernativa de la Independencia”, algunos de cuyos miembros, afirma, se trasladaban a los predios de Dajabón a escuchar los consejos de Rodríguez, quien tomó parte activa en esas campañas “y figuró como primer teniente en la batalla campal de Sabana Larga”, en la cual resultó herido. Se asegura que no pertenecía a ningún partido político, no obstante, en las luchas restauradoras logró aglutinar a su lado a sus viejos camaradas de 1844. “Esos antecedentes le daban a Santiago Rodríguez un prestigio único y todas esas comarcas le siguieron a unanimidad”, escribe Archambault.

Al respecto refiere el profesor Juan Bosch: “En apenas treintidós líneas del libro de Archambault hallaremos una sorprendente riqueza de información que nos da una idea clara de lo que fue la unidad de las clases sociales dominicanas que se produjo inmediatamente antes de que comenzara la guerra de la Restauración. Esa unidad era indispensable porque lo característico de una guerra de liberación nacional es que las luchas de clases del pueblo que hace tal tipo de guerra son desviadas hacia una lucha contra el ocupante del territorio de ese pueblo…”.

Al igual que otros cronistas Bosch anota la retirada a Haití de Santiago Rodríguez, donde permaneció cinco meses y medio “trabajando sin cesar en contacto permanente con los partidarios de la lucha armada contra España que vivían en las vecindades de la frontera” que cruzó junto a otros catorce patriotas el 16 de agosto de 1863.

Fuente:
http://hoy.com.do/
Por: Angela Peña

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