Los antiguos pensadores griegos tuvieron en cuenta la noción de templanza en la literatura más antigua. Platón, Sócrates y Aristóteles reflexionaron sobre la templanza reconociéndola como una característica virtuosa de la moral.
Contrariamente al epicureísmo y al estoicismo, cuyos valores son opuestos, Santo Tomás de Aquino también estudió la templanza al igual que Aristóteles, considerándola una de las cuatro virtudes cardinales junto a la prudencia, la justicia y la fortaleza. Coincidentemente, el diccionario de la RAE, en una de sus acepciones, define a la templanza como “una de las virtudes que consiste en moderar los apetitos y sujetar a la razón el uso excesivo de los sentidos,” en una clara referencia a la continencia y al dominio propio. Podría afirmarse que la templanza es una virtud moderadora de los impulsos negativos o pulsiones pasionales, que somete a la razón el control de ellos. Más allá de las religiones, la templanza refiere a una capacidad que todos los seres humanos podemos desarrollar cuando nos elevamos por encima de los sentidos y de lo corpóreo. Elevarnos en espíritu por encima de lo mundanal, sin apelar a los goces relacionados con lo sexual o lo sensorial es una forma de buscar la pureza espiritual y mental.
Sus sinónimos son: moderación, continencia, sobriedad, equilibrio y sus antónimos desenfreno, desequilibrio, irracionalidad, incontinencia, lujuria
La templanza ayuda a dominar sus deseos, y la fortaleza a dominar sus miedos. Desde la primera infancia es preciso que se nos eduque de manera que coloquemos nuestros goces y nuestros dolores en las cosas en que es conveniente colocarlas.
La Templanza en la Tecnología
La templanza es la virtud que nos ayuda a controlar los impulsos que sentimos hacia los bienes materiales y a no dejarnos arrastrar por ellos.
Por eso, como cualquier virtud, la templanza es fundamentalmente afirmativa. Capacita a la persona para hacerse dueña de sí misma, pone orden en la sensibilidad y la afectividad, en los gustos y deseos, en las tendencias más íntimas del yo. Decir que no, en muchas ocasiones, conlleva una victoria interna que es fuente de paz. No acalla ni niega los deseos y las pasiones, pero hace al hombre verdaderamente dueño, señor. La paz, esa “tranquilidad en el orden”, sólo se encuentra en un corazón seguro de sí mismo y dispuesto a darse.
Para adquirir la virtud de la templanza la clave es la repetición de actos de desprendimiento. En el ámbito de las nuevas tecnologías hay muchas oportunidades de ejercitarse. Por ejemplo, si queremos acertar en la elección de aparatos electrónicos, la contratación de servicios, o incluso al usar un recurso informático gratuito, resulta lógico que consideremos su atractivo y su utilidad, pero también si aquello corresponde con un estilo templado de vivir.
¿Esto me llevará a aprovechar más el tiempo, o me procurará distracciones inoportunas? ¿las funcionalidades adicionales justifican una nueva compra, o es posible seguir utilizando el aparato que ya tengo?
La clave para actuar con templanza en el ámbito digital es convencerse de que nuestras aspiraciones más altas están más allá de las satisfacciones rápidas que nos puede proporcionar un click.
Fuentes:
educa.tajamar.es
les falto definir el pudor