Osvaldo García de la Concha

El educador habló a sus discípulos de arte, música, filosofía, ciencia y civismo. Siempre tenía una explicación maravillosa de las cosas.

Calificado como un verdadero autodidacta, en 1915 se hizo maestro normal, y siete meses después obtuvo la licenciatura de Matemáticas en la Universidad Nacional de Santo Domingo.

Cuando comenzaba el estudio de una materia le pareció siempre que todo lo demás obedecía a saber deducir de lo primero. Entonces la abandonaba para someterse a la prueba de rigor con una lucidez extraordinaria.

El 4 de febrero de 1908 es nombrado profesor de la Escuela Normal Superior, hasta el 13 de septiembre del 1926, fecha en la que fue aclamado por la primera manifestación estudiantil de nuestra historia como el director espiritual de la misma escuela, en donde había deslumbrado a sus discípulos por espacio de 18 años. El presidente de ese entonces, Horacio Vásquez, correspondió al clamor de juventud, llevando al profesor García de la Concha a la dirección de la Escuela Normal Superior.

Nunca incursionó en la político, se mantuvo ajeno a las luchas partidarias de su época, no porque no tuviera aptitud para los debates políticos, sino porque ya su razón de ser estaba hondamente comprometía en una lucha todavía más grande, como era la explicación de la Matemática de la íntima estructura del universo.

Estudió los fenómenos de las velocidades lumínicas, la electricidad y el magnetismo, en su humilde casa del barrio San Miguel, cerca del Club San Lázaro, en Ciudad Nueva, donde residía con su esposa y sus cuatro hijos; allí no contaba con comodidades, observatorio, bibliotecas, ni instrumentos para estudiar.

Trascendió al mundo cuando contradijo 15 puntos fundamentales de la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein.

En la intimidad de su vida habló a sus discípulos de arte, música, filosofía, ciencia, de civismo, porque todo lo que sometió a su análisis, el genio de Osvaldo García de Concha, obtuvo una explicación maravillosa.

Su bondad, desprendimiento y su rara parsimoniosa conducta, hacía presumir que este hombre callaba en lo más recóndito de su corazón un gran dolor, o que gravitaba en su espíritu todo el peso de la más formidable revolución que cerebro alguno hubiese aportado al conocimiento humano.

Se cuenta que el presidente Horacio Vásquez, molesto por la actitud de García de la Concha de defender la autonomía escolar, lo llamó para amonestarlo, pero éste no toleró la amonestación, actitud a la que Vásquez respondió cancelándolo del cargo de director de la Escuela Normal y condenándolo a la miseria.

Ante tal situación, y sabiendo que había sido traicionado por los profesores que firmaron junto a él, el Manifiesto Pro-Autonomía Escolar y Universitaria, y sabiendo, además, que fuera de su medio, su personalidad crecería grandemente cuando disertara en cualquier universidad de Suramérica o de Europa, prefirió quedarse en su patria.

Del periódico Listín Dario entrevistaron a la socióloga e investigadora dominicana Eulalia Flores,  quien nos ofrece más detalles sobre este ilustre y brillante hombre.

Fuentes:

  • www.listindiario.com.do
  • www.hoy.com.do

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