Mientras se planificaba la proclamación de la Independencia del 27 de febrero de 1844, Rosa Duarte y otras mujeres fabricaban las balas utilizadas por este movimiento.
Fue una mujer de talento natural y de virtudes sobresalientes que conservó hasta el fin de sus días su estado de pureza, conservando todos los sentimientos nobles y delicados que le inculcaron sus padres con una educación esmerada.
Siempre rindió culto especial al patriotismo, que no pudieron mitigar en ella ni la injusticia de los hombres ni el rigor del infortunio.
Aportó a la causa liberadora apoyando las actividades de Los Trinitarios y de la sociedad La Filantrópica.
Junto a sus amigas, participó en las obras teatrales que se presentaban en el edificio de la Cárcel Vieja, situado al lado del Palacio de Borgellá, frente al Parque Colón, desde las que se creaba conciencia sobre la causa independentista.
En los preparativos para la proclamación de la Independencia, Rosa Duarte fabricó junto con otras mujeres gran cantidad de las balas que utilizó el movimiento.
Estas representaciones, en adicción de mantener levantado el espíritu público, servían también para obtener recursos con el fin de comprar municiones y cubrir los gastos de los emisarios que se enviarían a desempeñar misiones a distintas partes del país.
En 1845, un año después de proclamada la Independencia, fue deportada junto a su madre y hermanos/as.
Prefirió acompañar a su madre, condenada al destierro, antes que casarse en la Patria con su prometido, Tomás de la Concha, quien además fue su maestro balero, el que fue fusilado junto con Antonio Duvergé en 1855.
Muerto su hermano Juan Pablo, quiso regresar al país, pero, aunque en 1883 el Estado dominicano ofreció facilidades para el retorno de la familia Duarte, su hermano Manuel se negó a regresar a la tierra de la que habían sido expulsados/as sin ningún miramiento.
Sus apuntes, aporte de incalculable valor para nuestro país, son considerados por Emilio Rodríguez Demorizi como el «Nuevo Testamento” de nuestra historia, ya que a través de este documento se han podido conocer los detalles de aquellos años de conspiración y de trabajo por la liberación de la Patria. En ellos dice: “Dios me ha conservado la facultad de pensar y recordar y también me ha concedido el sagrado derecho de protestar contra los traidores a la Patria.
El 26 de octubre de 1888 falleció en la calle Sur 1, casa 129, de Caracas, Venezuela, a causa de disentería. Al año murió su hermana Francisca y un año después, el 8 de agosto de 1890 murió Manuel, también en Caracas.