Es uno de los personajes más controversiales y astutos que ha tenido República Dominicana. Tenía tacto político y actuaba en función del momento.
Fue un el militar aguerrido y valiente. Político ambicioso y autoritario.
Comenzó a darse a conocer durante la Guerra de la Restauración, en la que participó bajo la inspiración del General Gregorio Luperón. Ocupó durante 14 años la Presidencia de la República: (1882-1884 y 1887-1899), convirtiéndose en una de las figuras políticas más importantes del siglo XIX dominicano.
Fue presidente del país durante 14 años, en tres ocasiones: del 1 de septiembre de 1882 al 29 de enero de 1883, entre el 6 de enero y el 27 de febrero de 1887, y nuevamente desde el 30 de abril de 1889 hasta su asesinato en 1899. Su forma de gobierno dictatorial condujo al país a la bancarrota, situación que provocó una fuerte inestabilidad política y fue la causa principal de la posterior intervención norteamericana de 1916.
Era un político sagaz que estuvo bajo las órdenes General Gregorio Luperón para llegar a la Presidencia de la República, a quien traicionó inmediatamente logró su objetivo. Fue miembro activo del Partido Azul desde los momentos de la fundación de esa organización política.
En 1882 llegó a la presidencia de la República gracias al favor de Gregorio Luperón, y al darse cuenta que el héroe de la Restauración de la República no mostraba interés por ocupar la Primera Magistratura de la Nación, optó por convertirse en líder del Partido Azul, y al mismo tiempo, de una fracción de la clase dominante –comerciantes, importadores, exportadores e industriales azucareros- que habían desplazado a los hateros y luchaban por imponerse como sector social, político y económico.
Inmediatamente alcanzó el liderazgo del partido y del grupo social dominante, consolidó la dictadura y creó mecanismos propios de dominación.
Fue un político audaz y visionario. Se dio cuenta que el país requería de un liderazgo unificador, puesto que las luchas entre los caudillos era el principal obstáculo al desarrollo de la sociedad.
El caudillismo tiene varias características, las cuales es importante resaltar: Plenitud de poder concentrado en sus manos, exaltación personal del jefe y su identificación con el supuesto destino histórico del pueblo, el clientelismo político, favorecer sus intereses económicos, gobernar de manera autoritaria.
Lilís era el hombre indicado en el momento preciso. Interpretó el sentir del momento, y en su segundo gobierno, a partir de 1887, instauró una dictadura que en sus inicios contó con el respaldo no solo de la clase dominante que lo llevó al poder, sino de todo el pueblo.
El régimen de Lilís representa la etapa de la historia dominicana del siglo XIX, en que hubo mayor estabilidad política y crecimiento económico, lo que contribuyó a una mejoría significativa de los niveles de vida de las personas.
Fue el protagonista de una de las etapas de la historia que más ha influido en la cultura política y tradición del pueblo dominicano. Su paso por la vida política nacional fue tan impactante que en su recordación se pregonan cantos y leyendas populares. Hizo elecciones fantasmas para legitimar sus gobiernos y reformó la Constitución de la República, cuantas veces le pareció.
Luperón al darse cuenta que Lilís lo había engañado en reiteradas ocasiones, abandonó el país en marzo de 1889, y retornó en 1896, poco antes de su muerte. Lilís lo había desplazado de su liderazgo tanto en el Partido Azul como en el país.
Era amante del juego de gallos, y en términos de liderazgo político, concebía el país como si fuera una gallera. Reconoció y rindió tributos a los Padres de la Patria: Duarte, Sánchez y Mella, así como a los demás próceres de la independencia y la restauración de la República.
Sin embargo, aniquiló y sacó de circulación con métodos diversos a sus rivales políticos, incluyendo a su protector y guía inspiradora, don Gregorio Luperón, a quien obligó a salir del país, y siete años después fue a buscarlo personalmente a su exilio en Saint Thomas para que viniera a morir en la tierra de la República que había rescatado del dominio español.
A su muerte, Lilís le rindió grandes homenajes. Fue un hombre irónico y simulador, después de destruirlo como líder y humillarlo como ser humano, intentó rescatar su memoria con homenajes póstumos.
Fue un político de línea autoritaria. Para él los valores éticos estaban ausentes en sus actividades políticas. No toleraba las disidencias. Ignoraba los derechos de las personas. En su forma de ser, la represión era la regla, la libertad era inexistente.
La política desenfrenada de endeudamiento externo hizo posible a Lilís mantenerse en el poder y hacer fortuna personal, mediante préstamos secretos con la San Domingo Improvement Co., con productores azucareros y comerciales locales.
Su poderío comenzó a perder fuerza desde el mismo momento en que sectores importantes de la población se cansaron de las injusticias, abuso de poder y humillación que fue sometida.
Lilís mantenía una situación económica bastante difícil para los dominicanos. Para el año 1897 el país se encontraba al borde de la bancarrota, decide imprimir cinco (5) millones de dólares de papel moneda sin de respaldo económico, las mismas fueron llamadas “las papeletas de Lilís”.
Esta situación provocó el cierre de muchos comercios locales, a la vez que fue sembrando el descontento de los comerciales y plantadores de tabaco del Cibao, lo que desembocó en su ajusticiamiento de manos de Horacio Vázquez y Ramón Cáceres en Moca el 26 en julio de 1899.
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